Es bien sabido que disminuir las cifras de PA es una de las acciones que reduce las complicaciones cardiovasculares y disminuye la mortalidad en todos los pacientes que viven con HTA.
Durante mucho tiempo este conocimiento orientó nuestras acciones a disminuir las cifras de PA como único objetivo terapéutico. Pero el tiempo nos enseñó que, a pesar de disminuir la cifra, los enfermos seguían presentando una elevada mortalidad. Múltiples estudios clínicos nos enseñaron que los factores de riesgo, el daño a órgano blanco y la enfermedad cardiovascular forman parte del amplio universo que es la hipertensión arterial. Además de ello, esta figura publicada por la Sociedad Europea de HTA y la Asociación Renal Europea en 2023 vino a recordarnos un conocimiento antiguo, pero vigente: los mecanismos que regulan la PA son múltiples. Hay factores genéticos, ambientales y de nuestro estilo de vida que regulan la tendencia a la elevación de la PA por diferentes mecanismos. Por tanto, el tratamiento correcto es aquel que se adecúa a la necesidad individual del paciente, poniendo especial atención en aquellos que pueden modificarse.
Uno de estos factores es el estilo de vida, cuyos cambios para encajar en la manera moderna de vivir han mostrado un implacable deterioro, que por un lado daña la salud vascular y por el otro favorece el desarrollo de comorbilidades como el Síndrome Metabólico en donde el involucro cardio-reno-neurológico es una realidad.
Nuestro país está posicionado en las grandes ligas para el desarrollo de HTA y síndrome cardio-reno-metabólico-neurológico.
En el Registro Nacional de HTA, el 52% tuvo evidencia de daño renal expresado a través de la disminución a menos de 60 ml/minuto de la tasa estimada de filtración glomerular.
De acuerdo con el Programa de Atención Integral (PAI) del Instituto Mexicano del Seguro Social, liderado por la Dra. Gabriela Borrayo, la definición del riesgo depende de comorbilidades, factores de riesgo, daño a órgano blanco y presencia de enfermedad cardiovascular establecida. Sin duda alguna, la presencia de daño renal ubica al paciente en un riesgo CV alto o muy alto por diversos factores tradicionales y no tradicionales de riesgo CV que no se abordan en este texto.
Por mucho tiempo, la tasa estimada de filtración glomerular fue el único parámetro que se tomó en cuenta para estimar el riesgo CV. Pero en 2023, las Sociedades Cardiológicas y Nefrológicas en Europa volvieron a colocar a la albuminuria como uno de los marcadores inequívocos de daño renal con una amplia facilidad para medirla. Sin duda, la albuminuria refleja la integridad del endotelio y es el mejor recurso para buscar daño endotelial que actualmente tenemos.
En el documento se puede observar que el paciente renal no es candidato a monoterapia en ningún caso (a menos que la tolere). La inhibición farmacológica del SRAA sigue siendo la base del tratamiento, combinada con un calcio antagonista o un diurético. Dependiendo de la etapa, se empleará un tiazídico/análogo de las tiazidas o un diurético de asa. Idealmente, todo esto debería estar contenido en una sola tableta para ser tomada una vez al día.
GREHTA decidió elaborar un Posicionamiento sobre aspectos preventivos, de diagnóstico y tratamiento de la HTA el cual se publicó este mes de febrero en BMC Nephrology. La contribución de los Nefrólogos, Cardiólogos y Médicos Internistas del país fue invaluable para generar este documento, que emite recomendaciones basadas en la realidad de México y Latinoamérica.